¿Cómo sé si mi hijo tiene que ir al psicólogo?

cómo sé si mi hijo tiene que ir al psicólogo

Los padres, es muchas ocasiones, se enfrentan antes situaciones difíciles con sus hijos. Los niños de hoy en día cada vez saben más, reciben más información y tienen más acceso a todo. Esto no siempre es bueno, y algunas cosas pueden descontrolarse. Los padres os sentís a menudo, arrastrados por las dudas sobre cómo actuar, la falta de tiempo y la presión social.

Puede llegar el momento en que os preguntéis si lo que pasa con tu hijo es normal o no. Es difícil saber si necesitáis ayuda externa o cuándo acudir al psicólogo.

Acudir a un psicólogo y buscar ayuda es algo importante y lógico cuando existe una preocupación sobre si lo que le pasa a tu hijo es normal o no lo es. Cuando no sabes si se trata de una fase de su desarrollo o por el contrario hay algo que está interfiriendo.

A continuación citamos algunas señales que indican que es posible que tu hijo necesite ayuda:

  • Bajo rendimiento escolar.
  • Cambios repentinos de actitud.
  • Problemas de conducta (ira, desobediencias, rabietas, conductas agresivas físicas o verbales…)
  • Hiperactividad, impulsividad e inatención.
  • Problemas en el desarrollo del habla o del lenguaje.
  • Insomnio, pesadillas o somnolencia excesiva.
  • Dificultades relacionales.
  • Problemas o dolores físicos sin causas médicas.
  • Conflictos con sus iguales.
  • Tristeza o principio de depresión.
  • Retraso en el control de esfínteres.
  • Acontecimientos graves como: separación de los padres, cambio de vivienda, fallecimiento de un ser querido…

Ante la duda, consulta

Es mejor consultar y que nos digna que todo esta bien, que no esperar y que un problema leve, se complique. Dicho esto, se debe partir de la observación de tus hijos, observando como evolucionan escolar y académicamente, emocional y conductualmente, social y familiarmente, y si en alguna de esas áreas vemos que algo no va bien y la tendencia no es positiva, entonces sería el momento de consultar y valorar primero que está pasando, para entender que ocurre, y después evaluar si es necesario hacer algo, y el qué y el cómo. 

Si existe alguno de estos problemas, no significa necesariamente que haya un problema grave. Pero ante una señal de alerta es mejor prevenir que curar. Por el bien de tu hijo, no lo pases por alto. Con tu ayuda, tu hijo crecerá sano y feliz.