Dicen que, de un iceberg, apenas sobresale una octava parte de su volumen total. El resto permanece siempre sumergido. De igual manera, aunque la conducta es la parte más visible en niños y adolescentes, a veces es terriblemente difícil saber cómo se sienten.
Por regla general, los problemas de conducta son la expresión de una dificultad adaptativa. La parte visible de problemas más profundos que necesitan ser traídos a la superficie. Y aunque la clínica es variable, suelen manifestarse con exceso de movilidad, enfados súbitos, oposicionismo y/o actitud desafiante.
Los niños y adolescentes con este tipo de dificultades también mienten de manera reiterada, molestan deliberadamente, son irresponsables frente a tareas, obligaciones y compromisos y culpabilizan a los demás de los errores y comportamientos propios.
Los problemas de conducta en los más pequeños suponen un elemento fuertemente estresante en el núcleo familiar, social y escolar. Y, si no se diagnostican y atajan a tiempo, pueden derivar en cuadros graves de delincuencia, adicciones e, incluso, trastornos psiquiátricos.