Los trastornos de la conducta alimentaria son la tercera enfermedad crónica más común entre adolescentes. Y aunque afectan a ambos sexos, son -por presión social- dos veces y media más frecuentes en chicas según la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
La anorexia, la bulimia y el trastorno por atracón son las manifestaciones más comunes del desorden alimenticio entre la población joven, y en la actualidad se está produciendo una alarmante disminución en la edad de aparición de estas enfermedades. Con un debut en estos desórdenes que ya alcanza a niñas de entre 11 y 12 años en todo el mundo.
Los trastornos de la conducta alimentaria se caracterizan, generalmente, por un rechazo a mantener un peso saludable, una alteración de la propia imagen corporal, una atención excesiva al físico y un comportamiento obsesivo -a veces delirante- respecto a la alimentación.
Debido al impacto físico y emocional que tienen los trastornos de la conducta alimentaria en niños y adolescentes, resulta crucial una detección precoz y un manejo multidisciplinar de estas problemáticas. No hay que olvidar que, a la larga, sin diagnóstico y sin tratamiento, algunos de estos casos derivan en trastornos psiquiátricos graves, muerte por complicaciones orgánicas y suicidios.